Por: Paulina Concha Larrauri
Cuando empezamos a platicar la posibilidad de formar un club de lectura como parte de las actividades de CREA no me imaginé todo lo que vendría después. Con el generoso apoyo de Citizens Committee for New York City hemos logrado comprar docenas de libros para nuestros miembros, los cuales nos han transportado a distintas épocas y partes del mundo.
Iniciamos leyendo cuentos de grandes autores como Mario Benedetti, Juan José Arreola, Gabriel García Márquez, Herman Hesse, Isabel Allende, Rosario Castellanos, José Saramago, Edgar Allan Poe, Julio Verne, Julio Cortazar, Diego Gómez Pickering, entre otros. Salieron discusiones interesantísimas en este proceso, relacionadas con la igualdad de género, la soledad, la naturaleza humana, el amor, la traición, la tristeza, el miedo, la imaginación, el cambio, y muchas cosas más. La mayoría de los miembros de nuestro club no estaban muy acostumbrados a leer y no habían sido expuestos a este tipo de lectura. Presenciar la evolución de la profundidad en las discusiones ha sido una experiencia extremadamente enriquecedora, en donde los argumentos y los puntos de vista han adquirido cada vez más un carácter crítico e introspectivo.
La primera novela que leímos fue Arráncame la Vida de Ángeles Mastreta, una novela situada en el México post-revolucionario. De ahí salieron muchos temas a discusión como el machismo, la corrupción, el maltrato psicológico; temas que aún siguen presentes en nuestra cultura. Dentro de todo, Arráncame la Vida fue “fácil” de leer por el tipo de lenguaje en el que está escrito y porque los temas se pueden relacionar fácilmente con experiencias personales y la vida diaria. Cuando terminamos de leer la novela, vimos la película que está basada en ella y todos los miembros del club estuvieron de acuerdo que leer el libro no tiene comparación con ver la película, ya que el uso de la imaginación y la relación que se desarrolla con los personajes cuando se lee un libro es completamente diferente a ver el “resumen” de dos horas en una pantalla.
Nuestra siguiente novela fue La Sombra del Viento de Carlos Ruiz Zafón. Este texto fue más complejo de leer no sólo por ser más largo que lo que habíamos leído hasta el momento, sino también por desarrollarse en otro país (España), con referencias históricas a la Guerra Civil Española, y con un lenguaje mucho más elaborado. Este libro tiene una multitud de personajes, cada uno con su propia historia y carácter y el autor juega con el tiempo que pasa del presente al pasado y viceversa. Esta lectura requirió un esfuerzo mayor de los lectores, pero al final los miembros del club estuvieron de acuerdo en que fue un gran logro personal para muchos de ellos. En este proceso aprendieron elementos de otra cultura, historia, nuevas palabras, formas de expresarse y “estrategias” para leer textos más complejos. De ahí hemos leído otros libros que comentaré en el próximo post.
En cierta manera, creo que el descubrimiento compartido de cómo un libro puede transportarnos, hacernos crecer, y tener un diálogo interno, ha ayudado a fortalecer los lazos entre los integrantes del grupo. Yo siempre salgo con una sonrisa después de nuestras sesiones y siempre aprendo algo ya sea de lo que leímos o de las personas que formamos este círculo. Como alguien dijo en una de nuestras sesiones, estamos presentes “llueva, truene o relampaguee” porque nunca nos lo queremos perder. Los libros son mucho más que letras.
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