Por: Dalila Tapia
Visitar un museo, siempre será una experiencia enriquecedora, pues es imposible salir de ahí, sin haber obtenido información o conocimiento; además es emocionante, pues con un poco de imaginación, viajamos a través del tiempo al observar las diferentes exposiciones.
Hace algunos días, el Centro de Recursos Educativos para Adultos (CREA), organizó una visita al Museo de Historia Natural. Anteriormente, ya había tenido el placer de estar en este bello lugar con mi familia, pero esta vez, mis compañeros y yo, tuvimos una guía en nuestro idioma, quien hizo que nuestra visita fuera más amena, ya que nos fue explicando cada una de las salas que visitamos.
Consideré de suma importancia, ir prevenida con papel y pluma para tomar notas. ¡Ah! Y por supuesto, mi teléfono para tomar fotos. No quería perderme ni un detalle; pensé que debido a la duración del paseo, la guía no podría profundizar mucho sobre un tema, pero tan solo con una palabra o frase, yo podría buscar información por otros medios.
Debido a la curiosidad, me separé de mi grupo varias veces. ¡Fue un día genial! En la mayoría de las exposiciones, mis compañeros, maestras y yo, aprovechamos para tomar fotos, comentar y hacer preguntas a nuestra guía.
Lucy, fue la primera exposición en nuestro recorrido, un antepasado homínido de más de tres millones de años. Sus restos fósiles fueron encontrados en Etiopía; seguimos con la gigantesca ballena azul de 21,000 libras, moviéndose del techo de la Sala de Vida Marina; el meteorito de Allende, llamado así, por haber sido encontrado en el pueblo de Allende en Chihuahua, México; la luna nuestro satélite natural, su composición, masa, diámetro, etc, etc; los fósiles de los dinosaurios, una de las salas más concurridas, pues es impresionante observar cómo era el tamaño de estas especies, como el Titanosaurio, con casi 37 metros de largo y cerca de 76 toneladas, encontrado en Patagonia, Argentina; los orígenes humanos, con una sala dedicada a la cultura de México y Centroamérica, sus tradiciones, arquitectura y creencias, con un calendario azteca de 20 toneladas.
A estas alturas del recorrido y con tanta información, no dudamos en descansar y tomar un refrigerio para después retomar nuestro camino hacia a la Sala de Biodiversidad y Medio Ambiente, sala que despertó un gran interés en mí por saber más al respecto. Algunas palabras de nuestra guía fueron claves que me han llevado a buscar más información sobre el impacto de la evolución humana en los diferentes ecosistemas. La pérdida de biodiversidad actualmente es alarmante.
Los últimos datos de la OMS, indican que un 92% de la población, sufre por la contaminación del aire. Según un registro del 2018, 26,000 especies están en peligro de extinción y cada año, 6000 millones de kilogramos de basura, son arrojados a los océanos, donde la mayor parte está constituída por plástico, lo que provoca la muerte de aves, mamíferos e inumerables cantidades de peces y crustáceos. Esto solo por mencionar algunos ejemplos de la triste situación que enfrenta nuestro planeta, el único hasta hoy, conocido por albergar vida. Tal vez a simple vista el cambio en un individuo no sea significativo, pero si sumamos esfuerzos y creando conciencia y tomando medidas, pensando que no estamos solos, estaremos mejorando el futuro de nuestro bello planeta para las próximas generaciones.
En definitiva, reafirmando lo dicho al principio, visitar un museo nunca será algo trivial, sino todo lo contrario, será una experiencia satisfactoria, llena de aprendizaje y diversión; en familia, con tu grupo escolar, con amigos o contigo mismo, de cualquier manera, tendremos la oportunidad de reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro.
Gracias CREA, por tan bella y beneficiosa experiencia.
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